El factor desencadenante de la crisis alimentaría, financiera y energética sigue sin resolverse, y en la medida que no haya fuerza y capacidad suficientes para superar las políticas neoliberales con rigor, los principales mecanismos de crisis siguen operando con consecuencias dramáticas tanto para las personas de los países desarrollados como para las de los empobrecidos.

Las tendencias especulativas y rentistas siguen operando, obstaculizando los procesos productivos a largo plazo, aquellos que generarían empleo e incluso harían posible una equitativa distribución de las rentas, factores que garantizarían el bienestar de la humanidad.

En la actual coyuntura mundial, una inmensa mayoría de la población sufre unas condiciones precarias de vida o bien subsiste en el umbral de la miseria. Por ello la cooperación al desarrollo se convierte en una responsabilidad inexcusable para nuestro privilegiado primer mundo.

Una obligación ética y de justicia social que implica el apoyo al desarrollo de los pueblos y al reconocimiento de los derechos de las personas, una obligación de respeto a su historia, a su identidad cultural y un ineludible compromiso con la paz y los derechos humanos.

Los ayuntamientos de IULV CA vamos a ser protagonistas de la política internacional de forma directa, gestionando los programas de cooperación al desarrollo en los países empobrecidos, aplicando su autonomía para apoyar pequeños proyectos, utilizando herramientas como el co-desarrollo, no solo financiando iniciativas concretas, sino aportando desde los municipios donde exista experiencia y tecnología, los conocimientos técnicos y el seguimiento necesario para que los proyectos puedan perdurar en el tiempo.

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